OPUS MAGNUM. Cuaderno de notas de José Rodríguez-Guerrero

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Semana Santa.
Domingo, 23 de marzo de 2008.

El regreso al trabajo diario me deja menos tiempo para este cuaderno, pero espero poder hacer como poco un comentario semanal. Ahora mismo, que apenas paro delante del ordenador, el hueco que pueda encontrar prefiero dedicarlo a actualizar algunas secciones de la revista Azogue. Tengo muchos enlaces de textos digitalizados para poner en la biblioteca, también algunos artículos, y referencias de nuevos libros sobre alquimia que han aparecido en los primeros meses de 2008.

La verdad es que apenas he actualizado la web desde que terminé el número anterior de la revista. Mis ratos “para la alquimia” los he empleado en completar varios artículos que tenía pendientes y empezar otros nuevos. También he estado poniendo en orden todas las notas que había acumulado, en casi cinco años, sobre Perarnau de Vilanova y las primeras noticias de la tradición alquímica seudo-Arnaldiana. Necesito tener esta información organizada para la lectura que debo hacer en la próxima conferencia organizada por Miguel López en San Lorenzo de El Escorial.

A comienzos de semana estuve encargando copias de aquellos manuscritos alquímicos de la Biblioteca Nacional que he ido encontrando últimamente. Resulta que la mitad del fondo de este lugar está todavía sin inventariar ni describir, de manera que, en cada visita que hago, tengo que revisar ficha por ficha los Mss. del 14000 al 23500. Es una labor pesada, no obstante, van apareciendo cosas interesantes. Lo último han sido dos códices con versiones en italiano de las obras de Sendivogio y George Starkey. Mi objetivo es llegar a reunir, no sólo los textos sobre alquimia transmutatoria, sino también las obras de medicina-“chymica”, los recetarios y los libros de secretos.

Ahora que lo repaso, veo que el trabajo de estos últimos seis meses es muy poco comparado con lo que he estado haciendo en años anteriores, pero tampoco me apetece hacer más. De hecho, no me preocupa. Pienso que la calma es una de las claves para disfrutar de algo tan complicado como la alquimia. Hay que saber que todo tiene su momento y que existen otras prioridades.

Con este comentario aflora en mi memoria el recuerdo de varias personas embelesadas con este tema hasta el punto de abstraerse por completo de la realidad.

Hace cerca de diez años visité a un “alquimista” que tenía una buena reputación entre sus colegas. Era un hombre de mediana edad, algo delgado, muy simpático y con una agradable conversación. Vivía en un chalet, con su familia, a las afueras de un pueblo. Hablando con él me llamó la atención el tono paternalista de su discurso, que yo achacaba a nuestra diferencia de edad. Luego me di cuenta de que era algo natural en quienes se creen maestros con halos sagrados. Pero, más que sus sermones, de aquellos días recuerdo las charlas ocasionales con su mujer, iniciadas cuando el marido, tras dirigirme un largo discurso cargado de citas, marchaba súbitamente a buscar algún libro que consideraba oportuno mencionar verbatim. La reflexión de su mujer era harto verdadera y por consiguiente demasiado triste: Lamentaba el modo en el que su pareja había hecho de la alquimia su único anhelo, como una especie de pozo para enterrar sus frustraciones, aislándose de su entorno, dejando de lado las cotidianas faenas y hasta sus obligaciones más evidentes. Ante el prosaico altar donde reverberaba el atanor sacrificó este hombre, sin apenas darse cuenta, su juventud, libertad, ilusiones y alegría. Porque ver crecer a tu  hijo y educarlo con interés, hacer feliz a la mujer con la que te has comprometido, o responsabilizarte de tu trabajo, es lo mínimo que se le puede exigir a un hombre... no ya a un maestro “alquimista”. Así pues, la alquimia, como todo, debe ser tomada con sabia moderación.

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Comentarios (2)

* Comentario de Mauricio Molina |28.3.08|: Estimado Jose: Llevo por lo menos 3 años consultando y revisando su sitio de Internet y ahora descubrí su blog.  Me causó gracia la nota debajo de la foto que dice que cree que Lauren es la única que lee su blog. 
Aprovechando esta carta quisiera felicitarle por un excelente sitio muy bien logrado. Me parecen muy oportunas sus observaciones cuando habla de las operaciones antiguas en ‘Iluminados y Fama’ y de nuevo me causaron risa los comentarios sobre Samuel Weor y Eugene Canseliet al final de la misma entrada.   He de confesar que aunque hace años me había ya desilusionado de los escritos de Canseliet, cuando lei, allá por 1999 sus comentarios sobre la aurora boreal a la que usted hace referencia pensé:  “Que ridiculez”.
Me da un poco de envidia la oportunidad que tienen los europeos y, en menor grado, los estadounidenses de consultar grandes bibliotecas y poder ver textos antiguos con  relativa facilidad.   Sin embargo, la web de Adam McLean comenzó en los 90 a poner textos alquímicos a disposición de todos aunque lamentablemente se ha quedado atrás desde hace años.   Afortunadamente después apareció la suya que dio un gran salto adelante al poner en línea tantos libros digitalizados y mantenerla al día en forma bastante frecuente.  Que orgullo que sea un web en español.
Que bueno que pudo visitar Londres y tuvo oportunidad de ver tantas cosas.  Sería interesante si hubiera algún enlace hacia los cuadernos de notas de algunos alquimistas.   En línea existen los notebooks de Robert Boyle que demuestran su gran interés y sus esfuerzos en el terreno de la alquimia. ¿ Habrá algún cuaderno de notas digitalizado en alguna biblioteca europea?
De nuevo mil gracias por todo sus esfuerzos aunque a veces parezcan que no son reconocidos (de nuevo hago referencia a su comentario sobre que no se lee su blog).
Saludos y mucha suerte,

Mauricio Molina

* Comentario de José Rodríguez-Guerrero |28.3.08|: Mauricio, muchas gracias por su amable comentario. Como habrá visto, este blog está pensado para introducir observaciones personales en un tono bastante más desenfadado e informal que el resto de la web de Azogue. Mi referencia a Lauren entra dentro de esta tónica, y no va mucho más alla. Apenas es una coletilla irónica que queda entre ella y yo. El tema de la alquimia le parece tan sumamente complicado y extraño (yo aquí le doy toda la razón), que siempre bromea conmigo sobre el escaso número de gente interesada por estos enrevesados tratados. No obstante, yo soy consciente de que sí se leen y, de hecho, ahí están las visitas de Azogue, que ya ronda las 600 diarias. De todas formas, tampoco edito esta web por el número de visitantes. Yo no gano un euro con Azogue y, sinceramente, me da igual que entren 4 o 4000 personas.
Sobre el tema de las bibliotecas al que hace usted referencia, no debe tener "envidia" de nadie. La web de McLean tiene inventariados un buen número de manuscritos alquímicos de todo el mundo. Basta con escribir a una biblioteca concreta con la referencia exacta para que le envíen copia en papel del manuscrito que quiera. La web de la British Library, por ejemplo, le permite pagar on-line las copias que guste encargar. En apenas quince días tiene el texto en su casa. Si lo que le interesan son antiguos libros impresos, ya ve que hay muchos digitalizados, y en la biblioteca de Azogue tiene una selección como muestra. En fin, hoy en día, el que no estudia este tema con seriedad y maneja buenas fuentes es porque no quiere esforzarse, no porque no tenga acceso a los documentos originales.
Respecto a los libros de notas, hay varios digitalizados en Internet. Iré metiendo las referencias. Una buena muestra sería el MS add. 3973 de la Universidad de Cambridge. Se trata de un diario elaborado por Isaac Newton, donde registró los experimentos alquímicos que efectuó en el laboratorio entre 1678 y 1696.
Reciba un cordial saludo,

José Rodríguez

 

Londres y alquimia.
Lunes, 17 de marzo de 2008.

Ya estoy de vuelta en España y es hora de hacer un breve balance de mi estancia en Londres.

Las mañanas han sido, cómo decirlo, puramente “bibliotecarias”. La cantidad de datos que he encontrado ha sido espectacular. Al margen de mi interés actual por los alquimistas occitanos y aragoneses del siglo XIV, he acumulado otros materiales para estudiar durante... ¿diez o quince años?. No es ninguna exageración. He pedido muchas copias de manuscritos, bastantes de ellos completos, y espero que me lleguen pronto para poder leerlos con tranquilidad. Algunos documentos son, sencillamente increíbles, como el libro de recetas de medicina “chymica” de los indios guaraníes. ¡Ójala Mar Rey y Miguel López lo editen algún día! Las próximas semanas iré poniendo referencias sobre algunas de las obras más peculiares que he encontrado.

Hay que destacar la notable cantidad de materiales españoles que hay en estos centros. Sobre todo el la British y en la Wellcome. El número de códices alquímicos de origen español que acumulan entre ambas puede competir con el de la Biblioteca Nacional. La labor de bibliófilos como Robert Harley (1579-1656), Hans Sloane (1660-1753) o Henry Wellcome (1853-1936), unido al esfuerzo de las instituciones inglesas por conservar sus colecciones, han hecho que hoy sea Londres la ciudad con un fondo alquímico más rico del mundo.

Desde un punto de vista personal, lo mejor de la estancia ha sido la ciudad y su gente. Lauren me ha convencido de que, cualquiera que vaya en plan turista, sin dominar algo el idioma y limitándose a hacer un “tour” por los sitios o monumentos más pintorescos, no disfrutará realmente del lugar, ni encontrará una gran diferencia con otras capitales europeas. Este es un sitio para salir de copas, encontrarte con gente, ver el ambiente que hay en las calles, en los pubs, en las tiendas pequeñas, etc. Sólo entonces conoces la cantidad de gente joven que está estudiando y trabajando allí: indios, chinos, rusos, italianos, alemanes, polacos, franceses, holandeses, estadounidenses, canadienses, australianos, muchos españoles, todos con ganas de divertirse y de hacer amistades. Creo que bastante más de la mitad de la gente con la que he conversado no era británica. En fin, es un ambiente fresco y divertido, fruto de la mucha juventud que llena sus rincones.

Ahí van seis fotos como pequeño recuerdo de estos días:

Las casitas de Gordon Square, donde hemos descansado gracias a Elena, nos han puesto todo el centro la ciudad a tiro de piedra.

El Shakespeare's Globe ha sido mi gran sorpresa. No lo conocía y he salido enamorado del lugar. En su interior, en silencio, puedes imaginarte que estás en pleno siglo XVII.

El mercado central de Covent Garden es uno de mis sitios favoritos. Tanto sus galerías interiores, plagadas de tiendas y restaurantes, como las calles de alrededor están llenas de vida. Hemos pasado por allí muchas horas.

El metro y el autobús han sido nuestros mejores socios. Sin coche, no nos quedaba otra opción para movernos por la ciudad.

Picadilly Circus es la mejor imagen para representar la noche londinense. La verdad es que no tiene nada que envidiar a la noche madrileña, aunque, eso sí, la gente se recoge antes. ¡También es verdad que salen más temprano!

 

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* Comentario de Stef |21.3.08|: Hey José, a ver si es verdad que volvéis este verano. ¡Besos para todos!

 

Iluminados y fama.
Sábado, 15 de marzo de 2008.

Ayer estuve visitando a un coleccionista de textos alquímicos que ha insistido en verme en varias ocasiones. Yo pensaba que su pasión se limitaba a la bibliofilia, aunque luego ha resultado que va mucho más allá. Tiene una bonita casa en Knightsbridge y se nota que disfruta de una economía más que desahogada. Su colección de textos antiguos sobre alquimia, química, farmacia y medicina, incluidos más de treinta incunables, es muy notable. Le he preguntado qué tenía pensado hacer con tanto libro valioso, pero no me ha dicho nada concreto: “Imagino que se los quedarán mis hijos, pero eso no me importa”. Entonces me han venido a la mente las palabras de Anatole France, cuando decía, con mucha mala uva: “Nada tan natural como levantar montones de arena a la orilla del mar a los diez años, y colecciones de libros a los setenta. Son trabajos inútiles, porque la mar se llevará los montones sin piedad, y el tasador dispersará los libros en pública subasta”. Aunque está meditación de France no es siempre cierta, al menos en este caso parece muy acertada.

Este coleccionista, cuyo nombre prefiero reservarme (porque se dicen los pecados, pero no el pecador), lleva también a la práctica sus lecturas y para ello se ha dotado de un pequeño laboratorio. Lo tiene muy bien montado, aunque aquí el problema no es de medios técnicos, sino de interpretación de los textos. No se puede ir a la librería esotérica de la esquina, comprar un texto sobre alquimia, y ponerse a mezclar substancias en la cocina de casa. Creo que es un disparate desde un punto de vista intelectual, y un peligro para la integridad física suya y de su entorno. Le hice saber mi parecer, aunque no quise entrar en una discusión sobre este asunto, porque era consciente de que no le iba a mover de su postura. Allá cada cual con lo que hace con su tiempo y su dinero.

Pienso que, evidentemente, se pueden reproducir las operaciones alquímicas, pero en unas condiciones que garanticen unos criterios de objetividad y rigor en el trabajo. Lo primero sería elegir un único texto y estudiar su tradición escrita. Sería necesario hacer una edición crítica, que nos permitiera remontarnos hasta la versión original, ya fuera del siglo V, del XIV o del XVII. Normalmente las ediciones impresas, incluso las más antiguas, suelen estar plagadas de errores, erratas, adiciones y alteraciones que, llevadas a la práctica, modifican substancialmente el resultado anunciado por el autor.

Una vez puestos manos a la obra, el aparataje, los materiales y sus complementos, también deberían ser similares a los que tenía a su disposición el alquimista original en su cuadro histórico correspondiente. Así, por ejemplo, si nos apoyamos en un texto bajo medieval, como el De anima in arte alchemiae, la Epistola de re recta o el Liber de aluminibus et salibus, hay que tener presente la utilización de substancias (ácidos, anhídridos, hidróxidos) con un alto grado de impureza, debido al limitado nivel técnico de los laboratorios medievales. Así, por ejemplo, el ácido nítrico era entonces de color amarillo, y con esa apariencia se describe en los tratados; mientras que el que obtendríamos hoy se vería transparente e incoloro, debido a la total pureza que garantiza una destilación en vacío.

Algunos investigadores actuales, como William Newman, han reproducido ciertas operaciones alquímicas descritas en los tratados. Pero lo han hecho con la colaboración entre historiadores de la ciencia (para el estudio de los textos), químicos (para el trabajo en laboratorio) y ceramistas (para la fabricación de los hornos y otros aparatos). Sólo así se logra un resultado final con garantías.

Lo que no se puede hacer, para empezar, es intentar elucidad un “secreto alquímico” a partir de una ensalada de textos, que puede acabar siendo de cualquier sabor, en función del “condimento” que añadamos.

Es así como han operado los llamados “alquimistas contemporáneos”, a saber, los Roger Caro, Archibald Cockren, Armand Barbault, Samael Aun Weor, Jean Dubuis, Augusto Pincaldi, Alexandre Lachance, Eugène Canseliet, etc. El desaparecido François Secret, escandalizado por los errores de bulto que aparecen en los análisis de Canseliet y de sus discípulos, definió a este grupo de personas como: “...unos iluminados incapaces de ver la luz del sol en pleno día”. Me parece una definición muy acertada. Es imposible sacar nada en claro a partir de su tratamiento de los textos, a retazos, en apuntes, datos y pinceladas, enlazando por mera intuición una serie de frases sueltas, pequeños fragmentos, o relatos parabólicos descontextualizados tanto de su autor como de su época.

Ahora bien, hay que reconocer que esta gente tiene su aquel. Su afán por entorcharse el adeptado, como todo exceso, se presta a la burla sin darle muchas vueltas. Samael Aun Weor calculaba el grado de dominio técnico de un alquimista en función de la eyaculación de su semen, ¡ozú mi niño!, y lo hacía con la misma gracia con la que Eugène Canseliet decía haber provocado, con la ruptura de su “vaso alquímico”, la aurora boreal que recorrió Europa el 25 de Enero de 1938. Los dos lograron al final lo que buscaban: fama, seguidores incondicionales y “salir en la tele”. Alaska y los Pegamoides dedicaron hace años un tema a esta gente capaz del mayor absurdo con tal de hacerse notar.

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Alquimia y medicina militar.
Jueves, 13 de marzo de 2008.

Esta mañana he estado en la Wellcome Library revisando otros manuscritos “españoles” sobre alquimia y medicina. No he tardado mucho porque ya sabía, más o menos, el contenido de todos ellos. En principio iba a consultar un total de doce documentos. Sin embargo, cuando llevaba un rato trabajando, una de las bibliotecarias ha venido con otras cuatro referencias del catálogo impreso que yo había pasado por alto. Una de ellas era el manuscrito de Juan Martín de Olóriz. Este hombre fue un médico militar que sirvió en el Tercio de Cambrai entre 1639 y 1660. El Ms. 233 fue de su propiedad. Contiene una versión incompleta en neerlandés del compendio De alchimia opuscula complura veterum philosophorum, estampado en 1550. Hace ya un par de años que Annelies van Gijsen me habló de este códice, pero yo no lo recordaba.

Olóriz no fue, ni mucho menos, el único médico del ejército español metido en cuestiones alquímicas o “médico-chymicas”. Leonardo Fioravanti (1517-1588), bien conocido por sus “libros de secretos”, trabajó en los navíos de la Armada Española durante algunos sitios de la campaña africana. El irlandés Richard Stanihurst (1547-1618) proporcionaba sus medicinas “chymicas” a los Tercios españoles en Lieja y Dunkerque. El médico veronés Vittorio Algarotti (1553-1604) fue contratado y llevado a Flandes, a finales del año 1602, para asistir a la tropa capitaneada por el militar genovés Ambrogio Spinola(1569-1630). Otro ejemplo sería Juan Francisco de Ayala (†1613), que sirvió como capitán en el Tercio de Bobadilla y más tarde viajó a “las Indias” para establecerse en Perú.

No debe extrañar esta presencia de médicos aficionados a la preparación de medicamentos “chymicos” en el ejército español de la época. Hay que tener presente que la Corona no reparaba en gastos para que sus soldados estuviesen en perfecto estado de salud, pues eran la pieza fundamental en la política del momento. La dotación de los hospitales militares, emplazados en el corazón de las áreas conflictivas, superaban en mucho a los establecimientos civiles. Historiadores como David Goodman,ya han hecho notar que los militares fueron los súbditos de Felipe II mejor provistos de medios sanitarios.

Hay un dato que me parece importante: dentro del ejército, el nombramiento de médicos y cirujanos castrenses era delegado por lo general en los protomédicos, sin embargo la potestad última era de los mandos militares, que en ocasiones decidían de manera independiente, con criterios de gran practicidad y lejos de los juegos de intereses que condicionaban la designación de cargos en la medicina cortesana o académica. Si llegaba hasta los oídos de estos oficiales que determinado médico, cirujano o “empírico” sabía confeccionar poderosos medicamentos se ponían en contacto con él y le ofrecían un puesto. Es seguro que Fioravanti, Algarotti y Stanihurst obtuvieron así su puesto.

Esta tarde nos vamos a la Roundhouse, en Candem. Hemos quedado bastante gente en un pub cercano y luego iremos todos a la sesión de DJ Shadow & Cut Chemist. A Lauren y a mí nos servirá de despedida de los amigos... Se acerca la hora de volver a Madrid.

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Paracelsistas españoles durmiendo en Euston Road.
Miércoles, 12 de marzo de 2008.

Nada más llegar a la Wellcome Library he estado leyendo el Ms. 598. Contiene las más tempranas traducciones al castellano de textos paracélsicos. Por el tipo de letra, parece de comienzos del XVII y es, por tanto, una generación posterior a la labor del primer paracelsista peninsular hasta ahora documentado: Llorens Coçar (ca.1540-1592). Coçar fue catedrático de cirugía en el Estudi General valenciano y Protomédico del Reino de Valencia. Sabemos que contó con el apoyo expreso del rey Felipe II y de Pedro Manrique de Lara y Girón (1533-1600), Virrey de Valencia entre 1578 y 1580, y Virrey de Cataluña de 1586 a 1590. No andaba, pues, descalzo de amistades poderosas. Publicó en 1589 un tratado titulado Dialogus veros medicinae fontes indicans, donde comentaba las bases de la medicina paracelsista y advertía sobre su intención de ir publicando en castellano las obras de Teofrasto Paracelso. Tres años después se puso al frente de la primera cátedra europea sobre técnicas “chymicas”,  emplazada en el Estudi General de Valencia, y a la que tituló De remediis morborum secretis eorum usu. Su impulso a nivel académico, tanto del paracelsismo como de la medicina “chymica”, se vio truncado con su muerte en 1592. Con él desaparecerían cátedra y proyectos de edición.

El Ms. 598 de la Wellcome refleja un nuevo intento de verter la obra paracélsica al español, que es ligeramente posterior en el tiempo al doctor Coçar. Como propietario del códice figura un tal “...Hiacinto Beltrán, menor donzell domiciliat a la siutat de Barcelona ali primer de Januar de 1660”. ¿Tuvo este personaje alguna relación, aunque sea indirecta, con Coçar? Es imposible decirlo ahora mismo, aunque no sería descabellado, pues el representante de Llorens en su último año de vida (ausente de sus cargos por enfermedad), fue otro hombre apellidado Beltrán: “Jaume Beltrán”.

En cualquier caso, ya por el mero hecho de incluir esas primeras versiones castellanas de Paracelso, el manuscrito en cuestión tiene un gran valor. Solicité una copia completa en microfilm, pero... ¡tenía que ocurrir!, para mi desgracia la bibliotecaria vino a decirme que era imposible pasar el códice por el proceso de reproducción, debido a su mal estado de conservación. Así las cosas, transcribí algunos textos cortos a mano y tomé notas del resto. Dejo pendiente para otra ocasión la transcripción de los textos más largos, en especial el De natura rerum.

Lo mejor de la Wellcome Library es que, al ser una biblioteca tan sumamente especializada (sólo es para historiadores de la medicina), apenas hay gente trabajando en ella en un mismo día y hora. Se respira tranquilidad. Hoy en la sala de manuscritos éramos tres personas.

 Quedé a comer con Lauren en un Prezzo que hay justo al lado, y al rato entró una chica que había visto en la sala de reservados. La invitamos a sentarse con nosotros y comimos juntos. Se llama Christine, es americana y está a punto de terminar su maestría en la Trent University. Nos contó que había venido a Londres con una beca de tres meses. Su objetivo es documentar una futura tesis doctoral sobre medicina y magia en la Inglaterra medieval. Nos pasamos todo el rato hablando de Londres, porque ella apenas lleva diez días en la ciudad y anda, lógicamente, un poco descolocada. Quedamos para mañana en un pub de James Street, así le presentaremos algunos amigos.

Una de las mejores cosas de esta ciudad, es que tiene una enorme población flotante con la que es fácil entablar amistad. Mucha gente viene a trabajar o estudiar por un período concreto (semanas, un mes, dos, cinco, un año, etc.), y suele estar abierta a conocer a otras personas que les ayuden a integrarse durante su estancia. Además, casi todos tiene cosas interesantes que contar, porque suelen ser personas con bastante mundo encima. ¡Esto va por Piero, Nicola y Debbie!, con los que que me reí un rato largo ayer charlando sobre los desenfrenados directos de los RHCP, o las mejores letras de Bob Dylan y Lauryn Hill.

En fin, hoy Lauren y yo teníamos la tarde libre para dar una vuelta tranquila. Fuimos a Southwark para ver el Shakespeare's Globe y después nos tomamos algo en The Anchor.

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Perarnau de Vilanova y otras historias II.
Martes, 11 de marzo de 2008.

Hoy pasé la mañana, desde primera hora, en la British Library, revisando varios códices medievales. Encontré dos muy interesantes para mi estudio sobre Perarnau de Vilanova. Uno de ellos incluye una temprana copia del Tractatus de aqua vitæ simplici et composita (1332-1333) de la que no tenía noticia. En el mismo códice aparece otro tratadillo sobre aguas alquímicas de un tal Ramón de Lérida, del que ya había encontrado varias versiones y que me gustaría editar en un futuro. Por cuestiones de crítica interna, que no viene al caso explicar aquí, podría fecharse a finales del siglo XIV.

Documentándome sobre Perarnau estoy encontrando otras muchas informaciones sobre los alquimistas occitano-aragoneses del siglo XIV. Junto al mencionado Ramón de Lérida, puedo citar a Jacme de Sant Sernin (del que tengo un estudio ya terminado), Jacme Llustrac, Joan de Rodes, Bernat Peire, Bernat de Grave, Ramon de Termes, Philip Elephant, etc. Estos hombres se movieron en el entorno de Toulouse, Montpellier, Barcelona, Sicilia y Nápoles. Buena parte de estas obras fueron incorporadas en las dos centurias siguientes a grandes corpus seudo epigráficos, sobre todo a los de Ramón Llull, Arnau de Vilanova y Bernardo “El Trevisano”. Así, los nombres de sus autores originales se perdieron en favor de personajes más célebres, que aumentaban el precio de los manuscritos y el interés de los lectores.

Tras coger algunas notas y encargar copias de los tratados, me quedó tiempo para preguntar por otros materiales que, en principio, no tenía pensado consultar. Estuve echando un vistazo a la versión castellana de la Magia Natural de Giovanni Battista della Porta. Es un tocho enorme conservado en el Ms Harley 3498, del que ya me habló por primera vez Mar Rey Bueno, hace más de un año. El hecho de tener un paginado tan extenso hace que no me plantee obtener una copia completa. El microfilm me saldría muy caro. En cambio sí he transcrito a mano los tres primeros capítulos y he tomado notas sobre el resto de contenidos.

Después de comer con Lauren, estuve en la Wellcome Library, haciéndome el carné de lector y viendo cómo funciona el lugar. Es evidente que en esta institución nadan en la abundancia. Los medios técnicos son espectaculares. No obstante hay cosas que me sorprendieron, por extrañas. Por ejemplo, la bibliotecaria me dijo que debía pedirle los materiales (siempre que estuvieran en el catálogo electrónico) por medio de un computador allí dispuesto. La segunda sorpresa llegó cuando me dijo que tardarían una hora en traerlos desde la sala de conservación (!). Lo que hice fue dejarlos encargados y decirle que ya me pasaría mañana a examinarlos. Así pues, si alguien necesita consultar algo de la sección de manuscritos, es mejor que lo pida antes a través de Internet.

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Perarnau de Vilanova y otras historias.
Lunes, 10 de marzo de 2008.

He pasado buena parte del día en la British Library revisando varios manuscritos, que han resultado ser muy interesantes. El fondo alquímico conservado aquí es increíble. Sólo en la Sloane Collection hay cientos de códices alquímicos.

Ahora mismo mi mayor interés es el estudio del origen del corpus alquímico atribuido al médico Arnau de Vilanova (ca.1240-1311). Mi teoría, que por supuesto debo documentar, es que todo sería una cuestión de confusión entre dos personajes homónimos. Así, el autor de los primeros textos seudo-Arnaldianos sería un alquimista occitano hasta ahora desconocido, llamado Pedro Arnaldo de Vilanova (en occitano “Perarnau de Vilanova”). Este hombre, que vivió en la primera mitad del siglo XIV, firmaba sus tratados, bien como “maestro Arnaldo de Vilanova”, bien como “Pedro de Vilanova”, o bien con su nombre completo. Perarnau es el autor de un Rosarium philosophorum, hasta ahora desconocido, redactado en Montpellier en 1336. Se trata de un bastísimo recetario con algo de teoría. Leyendo sus contenidos he podido comprobar que Perarnau es el verdadero autor de los dos tratados más tempranos del corpus seudo-Arnaldiano, a saber, el Liber deflorationis philosophorum (ca.1325-1340) y el Tractatus de aqua vitæ simplici et composita (1332-1333).

Espero dedicarme más a fondo a la lectura de textos mañana, ya que hoy estaba un poco tocado después del fin de semana. Lauren, Elena y Jason no saben parar en casa. Todavía me tenían dando vueltas por Charing Cross a las tantas... El sábado fue peor, porque quedamos con unos amigos a la una, para ver el Irlanda - Gales en un pub, y ya no paramos de dar vueltas  de sitio en sitio hasta muy entrada la madrugada. ¿Quién dice que la gente en Londres no sale como en España? La verdad es que es como en Madrid... pero a lo bestia. Bien es cierto que con otro horario y otras costumbres, porque aquí suelen empezar a salir a las cinco de la tarde, y tienes bastantes locales abiertos hasta las 3 de la mañana.

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Primeras Impresiones en el Cuaderno.
Domingo, 9 de marzo de 2008.

La idea de publicar esta libreta electrónica me ha surgido en Londres, durante las conversaciones con algunos colegas sobre la tipología de los textos alquímicos. Muchos datos fundamentales para conocer el día a día de un alquimista aparecen en sus cuadernos de notas. Sus contenidos están lejos de la gravedad de un tratado formal. Reflejan anécdotas y registros de su quehacer cotidiano, que resultan muy valiosos para conocer mejor su trabajo, sus relaciones sociales y su personalidad. Bien es cierto que la mayoría de estos documentos reposan olvidados en los fondos manuscritos de las bibliotecas. No obstante, algunos han sido convenientemente editados y están accesibles para el lector. Así, por ejemplo, los papeles personales de Elias Ashmole fueron sacados a la luz en 5 volúmenes por C.H. Josten. Sus anotaciones resultan hoy fundamentales para conocer tanto al personaje como a su entorno. En un terreno más práctico, los Cuadernos de Notas de George Starkey, transcritos y comentados por William R. Newman y Lawrence M. Principe, son una preciosa herramienta para entender los progresos y fracasos en el laboratorio de este célebre alquimista. Ahora mismo, Lauren Kassell está trabajando en la edición de los registros personales de Simón Forman y Richard Napier.

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Acerca de este weblog

Opus magnus es el nombre que he elegido para encabezar un pequeño cuaderno de notas, cuyos contenidos están relacionados con el día a día de mi afición a la alquimia. Incluiré en él una serie de comentarios, redactados todos en un tono informal, que no tendrían cabida, ni sentido, en un texto académico.
 


Dicta philosophorum

“En este Arte nuestro los más grandes prometedores son, por lo general, los más notables embusteros”.

Dom Belin (1610-1677).
Aventuras de un Filosofo desconocido en la Búsqueda e Invención de la Piedra Filosofal.
 


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2008

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Sobre el autor

Una de mis grandes aficiones es el estudio de los textos alquímicos. En relación a este asunto, me encargo de editar la revista Azogue, y de formar una pequeña biblioteca que pueda servir a otras personas interesadas en la misma materia.

Datos del autor (en inglés).
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

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Revista Electrónica Azogue

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